Recordando una famosa definición de Bertold Brecht ("El realismo no intenta mostrar cómo son las cosas en la realidad sino cómo son en realidad"), Leonardo Goloboff responde sobre la dirección de "Esa mujer" y "Cacería de patos", dos obras de teatro que se estrenan mañana.
"Esa mujer" es una adaptación de un texto de Rodolfo Walsh y "Cacería de patos" es de autoría del propio Goloboff.
El libro de Walsh trata sobre el militar al que Aramburu- luego del golpe del '55- encomendó secuestrar el cadáver de Eva Perón, depositado en la CGT, para hacerlo desaparecer. Una suerte de iniciación simbólica en la serie de procedimientos que seguirían luego en períodos aún más nefastos.
En "Cacería de patos", se confronta a un general de la última dictadura con quien se presenta como una periodista de un medio gráfico local; luego se verá que tal condición era falsa y que la intención de la visita rebasaba la de un simple reportaje.
Los intérpretes son Federico Zárate, Juan Tríbulo, Sonia Saracho y Paula Picón. La asistencia de dirección está a cargo de Martín Royano y la banda sonora es de Roberto Ortega.
"Nosotros, a despecho del desinterés de algunos sectores por el tema de los derechos humanos, hemos elegido una alternativa riesgosa y ocasionalmente desaconsejada por colegas y por amigos. Nos hemos propuesto hacer un espectáculo donde lo político asume el primer plano, donde se habla de lo político no ya elípticamente, no de modo vergonzante o solapado, sino franco y decidido. Por supuesto, con los márgenes que impone nuestro inevitable posicionamiento y nuestra limitada formación", cuenta el director al momento de asumir una posición y hablar sobre la obra durante una entrevista con LA GACETA.
- ¿Qué características tiene esta puesta?
- Los actores, cuando no me conocen y comenzamos el trabajo, me preguntan en qué género habremos de encarar la puesta. Entonces pido perdón, digo que no lo sé a priori y que lo único que puedo anticipar es que será según lo demande el género de la obra o, más irrespetuosamente, que será en 'género humano'. Ahora, a posteriori, viendo el proceso casi terminado, podría decir que fuimos necesitando de una actuación realista, no naturalista, con cuidado por la verosimilitud escénica -que suele no coincidir con la verdad-, pero en un marco no figurativo. No se intenta imitar nada sino crear apenas un ámbito que permita evocar al espectador, con mínimos elementos, el propio espacio que él imagina y que propicie a la vez una creación más suelta a los actores. Si me apuran respecto de qué hago, me pongo reduccionista y contesto: hago teatro de texto, si es crítico mejor, y amo el realismo poético.